Tenrikyo Europe Centre
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Hironori KOBAYASHI (Miembro del comité del TEC)
Estoy muy feliz por haber celebrado todos juntos el Servicio Mensual del mes de marzo del año 169 de la Fundación de la enseñanza.
Quisiera compartir todavía más mi alegría con todos vosotros por medio de este discurso para el cual me eligieron este mes. Les ruego que me presten atención.
La Fundadora de Tenrikyo es Miki Nakayama a quien llamamos Oyasama, con toda deferencia, Honorable Madre. Dios Oyagami, entró en el cuerpo de Oyasama en 1838, y desde entonces, se convirtió en su Templo y reveló la verdad del origen de todas las cosas.
El mundo entero es el cuerpo de Oyagami y los hombres viven bajo su protección. Oyagami se presenta como luna y sol en el cielo, agua y fuego en el mundo, humedad y calor en el cuerpo humano. También aparece como el viento en la tierra y la respiración en nuestro cuerpo.
Si estamos vivos, es porque Oyagami da a cada ser un cuerpo en préstamo y su protección penetra en ese cuerpo. Los seres humanos, que viven con el cuerpo tomado en préstamo de Oyagami, viven en un término bien determinado de tiempo y de lugar. Esta es la razón del por qué vivimos aquí y ahora.
Para entender mejor la protección de Oyagami, El une a los hombres por medio de relaciones tales como marido y mujer, padres e hijos, hermanos y hermanas, maestro y discípulo. Y para que vivamos ayudándonos los unos a los otros, nos presta los ojos, las orejas, la boca, las manos, las piernas y los órganos genitales como instrumentos. Y además, para que podamos utilizar estos instrumentos libremente, nos da la libertad espiritual. Todo es voluntad de Oyagami que desea llevar a los hombres hacia la vida llena de alegría.
Es muy agradable tener libre uso de nuestro corazón pero también tenemos la responsabilidad de cuidarlo. Cuando los seres humanos se olvidan de cuidarlo, muchos inconvenientes pueden resultar en nuestro cuerpo, préstamo de Oyagami, en las relaciones que llevamos con los demás, y en nuestro entorno en general, en el cual vivimos y que es el cuerpo de Oyagami.
Oyagami, por boca de Oyasama y sus escritos con la punta del pincel, nos enseñó la actitud mental que tenemos que mantener en nuestra vida cotidiana, comparando los malos hábitos con el polvo, la mezquindad, la codicia, el egoísmo, el rencor, la ira, la ambición y el orgullo. Son los ochos polvos mentales.
El polvo es tan ligero que lo podemos quitar de un soplo. Pero si dejamos que se acumule, se transforma en una mancha o en una suciedad que ataca la libertad del corazón y hasta oscurece la transparencia original de nuestra alma. Y cada día se hace más difícil limpiarlo.
Las explicaciones referentes a los ochos polvos mentales son:
Mezquindad: se dice de la actitud que consiste en hacer lo menos posible y dejar que los otros lo hagan, querer llevar una vida fácil sin cumplir con su deber de ser humano.
Codicia: desear ganar dinero sin trabajar, desear vivir lujosamente sin hacer ningún esfuerzo, vivir a mayor nivel de lo que uno puede, ya sea a nivel de vestimenta o alimentario.
Odio: tendencia a hablar mal del prójimo, desearle mal, rechazar al yerno o la nuera y denunciar al culpable en vez de denunciar el crimen.
Egoísmo: consiste en buscar únicamente el interés personal, someterse frente a la educación de los hijos en la ceguera del amor paterno que no les enseña la noción del bien y del mal.
Rencor: tener rencor a alguien imaginando que nos hizo perder confianza ante los demás, que constituye un obstáculo a nuestros proyectos, que habla mal de nosotros, sin tener en cuenta los propios defectos.
Ira: espíritu caprichoso y oscuro que no quiere entender los sentimientos de los demás y que se empecina en sus propias ideas. El polvo de ira pone en riesgo hacernos perder nuestras virtudes y aún nuestra vida.
Ambición: robar, estafar, usurpar, vivir corrompido y en el vicio, es polvo mental.
Orgullo: despreciar a los demás, sobrevalorar sus propias facultades, corromper al prójimo, burlarse de los demás, no tomar en cuenta nada más que los defectos de los demás y actuar como si uno lo supiera todo.
Tenemos siempre la tendencia a acumular estos polvos mentales. No hay nadie que pueda decir que nunca en su vida tuvo estos polvos mentales. Pero lo que tenemos que vigilar ante todo es la acumulación de estos polvos. Cuando se acumulan, se sufren las consecuencias negativas en nuestro cuerpo, en nuestras relaciones humanas y en la naturaleza, bajo varias formas indeseables.
Se le llama « la devolución » de Oyagami. Pero esta devolución de Oyagami no sólo son consecuencias negativas. Sin embargo, las consecuencias positivas aparecen, la mayoría de las veces, en situaciones banales tales como la buena salud. Y por eso nos es difícil lograr nuestra felicidad. Y también por eso tenemos tendencia a olvidarnos de agradecer.
La devolución que no nos conviene representa también el « signo conductor ». Sobre todo en los casos indeseables, se nos da la oportunidad de limpiarnos de los polvos mentales. El espíritu es invisible y por esta razón Oyagami nos previene y nos guía de esta manera.
En el Servicio Sagrado que acabamos de celebrar, rezamos repitiendo primero 21 veces «Limpiando los males». No es esto un rito mágico o un exorcismo. No es más que la oración para limpiar nuestros propios polvos internos, con los movimientos de las manos que barren nuestro propio corazón. Es la razón por la cual Oyagami enunció los ochos polvos mentales para ayudarnos en nuestra reflexión y purificación.
Después de recitar «limpiando los males »suplicamos « sálvanos... » con los gestos de las manos abriéndose delante del pecho, ofreciendo un corazón purificado a Oyagami.
E, invocamos el nombre divino «Tenri ô no Mikoto » que fue conferido al Jiba, lugar en el cual Oyagami creó el mundo y los hombres. Limpiando nuestros polvos mentales que se depositan inconcientemente, rogamos que nuestro corazón vuelva al estado original de la creación del mundo, en el cual, la voluntad de Oyagami es hacernos llevar una vida plena de alegría.
Invocando el nombre de « Tenri-Ô-No-Mikoto » llamamos a Oyagami con gestos de las manos que lo reciben volviendo las manos extendidas delante del pecho, primero la mano derecha seguida de la mano izquierda. Esto significa que la protección de Oyagami nos es ofrecida según el estado del corazón. Esto muestra también nuestra actitud de recibir tanto lo que nos gusta como lo que no nos gusta, como la profunda misericordia de Oyagami que nos conduce hacia la madurez espiritual.
La voluntad de Oyagami es la salvación única que conduce a los hombres hacia la vida llena de alegría. Pero a los ojos humanos esto se refleja como felicidad y lástima, admiración y maldición. Pero la voluntad de Oyagami única.
En el verso 7º del Himno XII, Oyagami invita a los hombres llamando «no obligo a nadie a que venga,.. »; ahí, los gestos de las manos muestran que nos llama dos veces con la mano derecha.
Pero los gestos de las manos cambian muchas veces en nuestra vida. Esto significa que recibimos a Oyagami sólo cuando queremos o cuando lo necesitamos. Dicho de otra manera, es como si llamamos a Oyagami con una sola mano. Oyasama dice « estos Himnos son Sagrados y la danza tiene que estar de acuerdo con la verdad de Dios.» y « no se puede aceptar el más mínimo error.»
Oyagami nos muestra nuestro corazón, mediante la devolución en el cuerpo y en el mundo de acuerdo con muestro corazón, y dice también, viéndolo, «alegraos de esto».
Aquí tenéis un pasaje de las Anécdotas de la vida de Oyasama. (nº 21)
Esto acontece en 1868. Cinco años después de la iniciación de Chushichi Yamanaka en la fe, llovía sin cesar y torrencialmente durante muchos días. Los ríos se desbordaban por aquí y por allí, y hubo grandes inundaciones. Las tierras labradas y las casas fueron arrasadas por la corriente.
Chushichi también sufrió enormes daños. Un repentino derrumbamiento enterró muchos árboles en su montaña y sus campos de arroz, aproximadamente de 90 áreas, también se cubrieron de barros.
Los aldeanos que se reían de la fe de Chushichi no perdían la ocasión para despreciarlo y decirle reprochando: « Mira, de qué le ha valido! Es tonto.» Oyendo esto, Chushichi sintió lástima, entonces regresó inmediatamente a la Residencia y consultó a Oyasama, que dijo: « Sah, sah, está bien, está bien. Así el campo estará mejor. Ya que tu propiedad se llevó hasta el fondo del mar, todo saldrá bien en el futuro. Te preguntarás por qué los cultivos y montes han sido arrastrados por la corriente a pesar de tener esta fe, pero debes aceptar la situación con agradecimiento. Debes hacerlo. Todo saldrá bien en el futuro.»
Chushichi agradeció de todo corazón a Dios Padre-Madre porque él había sufrido solamente una pequeña desgracia en vez de tener una gran calamidad.
Puede ser que nos preguntemos por qué tales cosas llegan cuando tenemos la fe. También puede ser que nos lamentemos « por qué Oyagami no satisface nuestro deseo a pesar de que tengamos la fe desde hace mucho tiempo.» Pero la protección de Oyagami nos será otorgada cuando podamos aceptar todo lo que nos llega, con agradecimiento. Tenemos que vivir con el corazón agradecido a Oyagami aun en situaciones difíciles. Esto es el modelo dejado por Oyasama que también es la voluntad de Oyagami. Dicho de otro modo, la alegría de la fe.
Se nos enseña que si el corazón es realmente libre, podemos aceptar con alegría todo lo que se manifiesta. Esta alegría cambia nuestro corazón afligido por un corazón que desea salvar a los demás. Y, cuando Oyagami reconoce la sinceridad de nuestro corazón, nos otorga su protección. Oyagami nos protege y nos avisa como a sus propios hijos por signos conductores y nos lleva a reflexionar profundamente. Tenemos que escucharlo bien y responderle.
Hoy es el día del Servicio Sagrado mensual en el cual agradecemos a Oyagami por su benevolencia. Limpiando los polvos mentales, ofrecemos a Oyagami la sinceridad de corazón. Cuando el corazón es puro, Oyagami puede entrar y otorgarnos su libertad total.
Entre nosotros, quienes estamos aquí ahora, hay personas que viven cerca, otras que vienen de lejos, por primera vez o después de una larga ausencia, otros que vienen cada mes desde hace mucho tiempo. Oyagami no hace nunca diferencia porque todos los hombres son sus hijos queridos.
Después de este discurso, agradeceremos una vez más a Oyagami frente a su Oyashiro, el Encargado del Centro, señor Nagao, primero. Y el Servicio mensual se acabará. Entonces la ley del cielo nos será otorgada. Esta ley del cielo será suprema para nuestra madurez del corazón y abono para que de los nudos salgan buenos brotes. Tomémosla abundantemente. Recibámosla plenamente.
Nos encontramos en el año del 120º Aniversario de la desaparición física de Oyasama. Es una ocasión muy importante para redoblar nuestra madurez espiritual y regresar al Jiba, en el cual muchas personas se reúnen para aprovechar la ocasión. Ahí, siempre Oyagami y Oyasama esperan con impaciencia nuestro regreso.
Si hoy hemos podido celebrar el Servicio es porque existe el Jiba. El Jiba es el origen de este mundo, lugar en el cual los hombres fueron concebidos por primera vez. Allí nuestro Padre-Madre está vivo para siempre. Es el hogar original de toda la humanidad. Unámonos con fuerza al Jiba para que nuestros corazones y nuestros actos estén en concordancia con la voluntad de Oyagami.
Quisiera acabar mi discurso leyéndoles un pasaje de las Indicaciones Divinas, Okakisage.
En lo concerniente al hombre, su cuerpo es prestado por Dios, es tomado en préstamo de Dios; sólo su alma le pertenece. En lo concerniente al corazón, día tras día, pasando el tiempo, lo reconozco, por lo que es día tras día, cualquiera sea su estado o sus disposiciones. Y en mi reconocimiento se encuentra el principio de mi libertad total. Inútil preguntaros de donde viene esta libertad total. No es más que el espíritu de cada uno. Día tras día, pasando el tiempo, digo solo una cosa: la sinceridad día tras día, pasando el tiempo. En principio puede ser que un corazón sincero os parezca de poco peso, pero no hay nada más firme y más persistente. La sinceridad es la ley del cielo. Siendo la ley del cielo se la reconoce en seguida y es devuelta inmediatamente. Tal es el principio. Entendedlo bien.
Les agradezco su atención.